Comentario
A fines de siglo comienza a trabajar el más importante escultor de gótico hispano, con el mejor Pere Johan: Gil de Siloé. Pese a su aceptada procedencia nórdica, nada en su supuesta patria de origen indica cuál puede ser su formación. Es un artista de vigorosa personalidad y un oficio sólo parangonable con el de los mejores imagineros germanos. Además, posee una capacidad creadora sin paralelo en sus contemporáneos hispanos. Cada obra parece plantearle un problema distinto. De los cinco retablos que podemos considerar que hizo se conservan tres y cada uno obedece a un diseño diferente. De los tres sepulcros en los que, sin duda, parece haber intervenido, sólo dos obedecen al mismo tipo compositivo. De modo excepcional, su actividad casi completa se puede seguir a través de documentos y obras, salvo piezas sueltas, difíciles de encontrar. Con ello se pone de manifiesto una actividad constante en trabajos muy ambiciosos que exigían un taller disciplinado. Se ha señalado la necesidad de que con él colaboraran otros escultores, porque es imposible que todo sea de su mano. Esto es cierto, pero en todo caso no hay duda de que estos colaboradores hubieron de ser asimismo extremadamente hábiles. Parece trabajar más a gusto en alabastro que en madera, pero lo hace indistintamente.La capilla mayor de la iglesia de la cartuja de Miraflores es uno de los grandes santuarios del gótico europeo, debido al encuentro de una extraordinaria promotora, la reina Isabel, y un magnífico artista. Al encargar el sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal, Isabel cumplía un deseo de su padre, pero fue más allá de estas expectativas, añadiendo primero el de su hermano Alfonso, muerto en la adolescencia y comprometido en la oposición a su hermanastro Enrique IV. Luego, el retablo mayor en madera. Es un proyecto artístico, un recuerdo filial, pero también con un contenido político. El sepulcro de Juan II tiene planta de estrella. Sobre la cama están los dos yacentes de rey y reina, ligeramente inclinados hacia lados contrarios. En el facetado conjunto de planos de diversos frentes se despliega un inmenso número de figuras alusivas a la muerte y redención, a las virtudes que debe practicar el príncipe, etc. Es una apoteosis triunfal del más desenfrenado detalle esculpido, tanto requerido por el programa, como añadido a modo de ornato por el artista. En ningún detalle decae la extraordinaria calidad de ejecución.Junto con Pere Johan es uno de los grandes escultores capaces de transformar el alabastro, obteniendo calidades extremadamente cambiantes para carnaciones, diversas telas, etc. En 1486 había comenzado. En 1489 añade el encargo del sepulcro de Alfonso. Mientras el primero es exento y destinado a ocupar el lugar preferente del presbisterio, éste se adosa al muro. El infante está arrodillado en actitud de orar y mira al altar. La labor de tracería y ornamento es en todo similar a lo hecho hasta entonces. Habría que indicar que algunas de las pequeñas esculturas exentas de la zona alta se deben a otra mano, magistral, pero distinta.A estas alturas debía haber terminado los retablos de la capilla del obispo Acuña y el pequeño de Santa Ana en la catedral, aunque este segundo podría ser posterior. El de Acuña se ampliaría, sobre un esquema inicial menos ambicioso. La policromía ha sufrido una desastrosa restauración que impide saber exactamente cómo era en origen. No obstante, es visible el trabajo de la madera. Enseguida se aprecia que la calidad media es inferior a la de los sepulcros. ¿Quizás era un artista con una formación más específica en piedra o alabastro? También es más desigual, con trozos espléndidos, junto a otros medianos. Los relieves son interesantes, pero no magistrales. Todo esto no excluye que estemos ante una obra soberbia, que debió de causar profunda impresión, porque no tenían antecedentes como tal en Burgos y, compositivamente, en el resto de España.En 1496 contrata para la cartuja de Miraflores, con el pintor Diego de la Cruz, el retablo mayor. El diseño, con semejanzas parciales en la miniatura y en el tapiz, vuelve a mostrar un Silóe creativo, que descompone el gran rectángulo total en figuras geométricas en las que predomina el círculo. El programa también es complejo, aunque la idea eucarística y redentora predomina sobre otras. Aunque haya desigualdades de ejecución en total es mejor que el de la catedral y su mano se describe en cada parte. La policromía parece excelente, pero seguramente una cuidada limpieza le devolvería una parte de su esplendor, anulando un cierto aire oscuro que domina.Todavía es autor del sepulcro de Padilla para Fresdeval (Museo de Burgos) en el que se añadirán algunos relieves que seguramente no son suyos. ¿Habría muerto sin terminarlo? Documentalmente lo tenemos asimismo ocupado en el retablo de San Esteban de Burgos, del que no queda sino una escultura exenta, y en Valladolid, donde todavía la destrucción ha sido mayor.